EL RUIDO Y LA FURIA 

Artículo de opinión

Termina el mes de abril, un mes que huele a hojas de libro y a tierra mojada. Por fin se ha cumplido el sabio refranero español cuando dice lo de “abril, aguas mil”. Así que, sólo era un cuento aquello de que había alguien que ordenaba surcar los cielos de los campos de La Mancha cargados con químicos para alejar el agua de las cosechas. Quizás el cuento partió de algún alma frustrada que siempre quiso ser escritor y se torció en el camino terminando como telepredicador. Ahora es cuando todos caemos en la cuenta, mirando nuestra heredada llanura seca que es agradecida y hermosa a pesar de la escasa agua con la que ha sido bendecida o maldecida durante siglos.  Y es entonces también cuando caemos en la cuenta de la advertencia de los científicos, que poco o nada saben de psicofonías y de tarots, y mucho de matemática y física, y reparamos en conceptos que venimos oyendo un cierto tiempo, contaminación, cambio climático, desertización. En fin, que no era la mano del maligno la que cerraba el grifo allí arriba.

Pero volvamos al comienzo del cuento, hablemos de abril, de sus libros, del título de este artículo de opinión y que William Faulkner pensó apropiadamente para el día de hoy: el ruido y la furia. Se inspiró en el soliloquio de Macbethcuando descubre a su esposa muerta, diciendo que “la vida no es más que un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia”. Sin embargo, nos negamos a estar de acuerdo con Faulkner. Es verdad que el ruido ensombrece siempre al relato, el sentido de las palabras se pierde en la estridencia del vocerío, el trabajo y la verdad son asuntos que brillan sin trompetas, sin adornos.

Así nos educan desde nuestra más tierna infancia, llenando las mochilas escolares de manuales que hablan sobre la prudencia, la justicia, el honor, la humildad, la tolerancia, y armados con virtudes como éstas, que dan poco ruido, nos enseñan que con ellas defenderemos y nos defenderemos del mundanal ruido.

Hoy nuestro presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha llamado a la reflexión de la ciudadanía, ante un acoso imprudente, injusto, deshonroso, intolerante, del ruido que provoca una furia peligrosa que campa indemne a sus anchas, frente a la actitud pacífica de los que creemos y luchamos por la democracia. Hoy nosotros también, desde la Agrupación Socialista de Ciudad Real, queremos hacer conocedores a la ciudadanía del escarnio al que nos vemos sometidos día a día, con insultos, con persecuciones, con difamaciones, con exposiciones de nuestra vida privada en las redes sociales, y que han sido objeto de denuncia, utilizando los instrumentos de un estado de derecho, en el que creemos. Sin hacer ruido, sin furia de voces groseras. 

Pero pedimos también un último ruego para aquellos que nos injurian y nos persiguen por no pensar como ellos, porque puede haber un final que termine con esto. Parafraseando a Blas de Otero, pedimos primero la paz, no queremos la crispación, ni la guerra dialéctica. Después, la palabra, que podamos debatir las ideas, por muy diferentes que sean, en los lugares que hemos de considerar sagrados, donde debe ser recuperada en toda su grandeza. Y finalmente, que hablen las urnas.

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